miércoles, 1 de diciembre de 2010

Mi Familia Nica




Con cierto temor y dudas, no nos vamos a engañar, la noche del martes 23 nos dirigimos hacia las comunidades de Venecia y san Jerónimo, en Condega. No se cuantas cosas se me pasaron por la cabeza intentando imaginar como sería la casa en la que me quedaría durante casi dos días.

Llegamos a Venecia en una noche cerrada, la única iluminación que nos dirigía a la sala donde nos esperaban era la que salía por las ventanas del "hotel", allí nos esperan emocionadas las que serían nuestras familias durante casi dos días, aunque al principio nos invadieran los nervios y nos sintiésemos como quince niños de intercambio, todo resultó mejor de lo que nunca hubiésemos imaginado.

La comunidad de Venecia, escenario de la revolución, es una pequeña comunidad enclavada en las montañas del norte desde la que disfrutar de un magnífico paisaje, en ella viven menos de ciento cincuenta humildes nicaragüenses, con una gran historia de lucha y pensamiento.

Durante mi camino a casa iba asustada, no podía ver lo que me rodeaba y eso hacía que mi inseguridad fuera creciendo poco a poco. Trini, mi "padre", me va diciendo por donde caminar, llegamos a casa y por un momento pensé que pasábamos la noche junto a la yegua, pues todos estaban dormidos y no nos abrían la puerta, eran casi las ocho de la noche, demasiado tarde para el pueblo Nica. Tras unos minutos el mayor de mis hermanos, con cara de sueño, nos viene a abrir la puerta, por fin pude ver mi casa, esa que no había podido llegar a imaginar antes. Era una casa humilde, construida de adobe, entramos y rápido se levanta mi "madre" para recibirme. Tras poder platicar un ratito con mis "padres" nos fuimos a dormir.

Desde el primer momento me sentí en casa, todos dormíamos en la misma habitación, pues "somos una familia", dormí toda la noche de un tirón y al despertar pude ver a mis "hermanos" Wiston, de tres añitos y Evelin, de doce, que se levantaron a la misma vez que yo. Me levanto de la cama mirando no pisar a ninguna de las gallinitas que por allí andaban y voy a la cocina, donde se encontraba mi "mamá que ya había llegado de moler el maíz y tenía casi todas las tortitas preparadas para el desayuno.

Pronto pude darme cuenta que la actividad diaria de mi humilde familia gira en torno al cafetal. tras el consistente desayuno Deivid se dispone a ir a por más leña para la cocina y mi papá me lleva a ver su terrenito (nos acompañan Evelin y Ariadna, mi "prima) para mostrarme como se lleva a cabo la producción del café. Todo comienza con la preparación de la tierra y la semilla, la cual debe pasar un tiempo dentro de unas bolsitas, como en una especie de incubadora, hasta ser plantadas.

Descubrir que el café no es negro fue una gran sorpresa, sale de un precioso fruto de color rojo, de cada uno salen dos granitos blancos y resbaladizos a los que se deja fermentar una vez lavados. Posteriormente se secan para ser llevados a la cooperativa (en este caso a la cooperativa Laureano Flores Cruz, R.L de Venecia, de la cual mi papá es presidente), allí se seleccionan los granos y se empaquetan para, generalmente exportarlos a diferentes países, así finalizará el proceso, tras el tueste de los granos, ahí es cuando se vuelven de color oscuro y listos para consumir.

Llena de barro hasta el cuello y alegre de no haberme despeñado por una de las resbaladizas laderas de la montaña donde se encuentra el cafetal de mi familia, seguimos la visita por la comunidad. Mi papá me lleva a conocer a mis "tíos" que me explican amablemente como sacan partido de sus tierras a partir de la siembra de tomates, caña de azúcar y algunas otras hortalizas, pues la cosecha de frijol se perdió con las intensas lluvias.

Son tiempos difíciles en Venecia pero los niños sonríen, las mujeres tienen esperanzas porque sus hijos estudian en la Universidad de Condega y los hombres acuden desde el amanecer a los cafetales para conseguir algunos córdobas necesarios.

Hemos pasado en Venecia menos de dos días pero hemos podido vivir emociones intensas y vínculos intensísimos en muy pocas horas que nos han enriquecido hasta el punto de no saber cuanto, imagino que lo iré asimilando con el tiempo. La relación con las gentes de Venecia se hace verdaderamente cercana, dispuestos siempre a mantener una cálida conversación, nos hacen sentir como parte de la comunidad desde el primer día. Se trata de gentes sanas, dignas y humildes, que te ofrecen lo mejor de lo poco que tienen, si nos referimos a lo estrictamente material, a los que las gentes de los países ricos estamos acostumbrados pues poseen una envidiable riqueza, sus valores.

Si te das una vuelta por Venecia puedes pensar que sus gentes son realmente pobres y que viven en condiciones inhumanas, que no tienen nada, pero si tienes la oportunidad de pasar sólo un día con ellos te das cuenta de que nada de eso es cierto y empiezas a sentir eres tú la que tienes demasiadas cosas innecesarias. He podido darme cuenta de que tanto nuestra comunidad como la suya son realmente consumistas, la gran diferencia es que ellos son consumistas de principios y valores y nosotros de productos de un sistema capitalista.

Siempre llevaré a esta, "mi familia", en el corazón, de vez en cuando es bueno tener una experiencia como esta, una cura de humildad con la que replantearte el verdadero significado de muchos valores.

3 comentarios:

  1. Sigue escribiendo mas, que me encantan las historias! Espero que estés bien!! Muchos besos!!

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  2. Muchas gracias, intento expresar mis sentimientos lo mejor posible pero es difícil explicar tantas emociones. Seguiré contándoos mis aventuras. Bss

    Inma

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  3. Lokiiiiiiiii, estamos deseando que nos cuentes más cositas!!! Que envidia me dassss :) cuidate!!! Besitos cielo

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