Guerrera incansable de esta vida,
admirada, respetada, valiente,
que camina siempre al frente
aunque todo sea cuesta arriba.
Madre abnegada llena de amor,
que haces a un lado obstáculos,
que despides al conformismo,
y alejas al dolor.
Mujer, que no te dejas vencer,
ni por muerte, ni enfermedad,
que su mirada siempre en lo alto está,
que a sus hijos no dejará perder.
Corina, que al trabajo tienes de aliado,
porque tus manos siempre se han esforzado
para dar una vida mejor.
Quiero darte hoy una corona de respeto,
tejerte un vestido con mi admiración,
escribir de tu vida una canción,
para que seas recordada como un buen ejemplo.
Corina, madre, esposa, hermana, amiga,
no estás sola, no te rindas.
Acá tienes a alguién que quiere ser como tú:
¡Luchadora!
No he podido encontrar mejor descripción para definir a la persona que os quiero presentar: Doña Corina.
Tras un largo y duro camino (sobre todo para Rigo y su autobús) llegamos a La Soñada, en la comunidad de Miraflor, donde nos espera Doña Corina con una suculenta y rica cena y con sus preciosas cabañas de madera listas para alojarnos. Esa noche tuvimos que compartir la habitación con un inquilino muy especial, que por suerte no se movió en toda la noche, un perrozompopo (especie de lagarto barrigón).
Por la mañana tuvimos la gran suerte de tener una ratito para conversar con Doña Corina, mujer revolucionaria de nacimiento e incansable luchadora, que no sabe, como otras muchas mujeres nicaragüenses, que es ser niña pues tuvo una vida realmente dura difícil. Desde muy pequeña comienza a trabajar por y para los demás.
Cierto día, cansada de los maltratos recibidos de su marido durante treinta y seis años de matrimonio, decide salir de casa y comenzar a vivir su sueño, ser una mujer libre. Marcha a Milaflor, y se asienta en un precioso lugar el cual no podía llevar otro nombre que La Soñada, fue entonces cuando comienza a ser ella misma y a construir su vida, logrando sacarse la carrera de Magisterio a la par que su hija, teniéndoselas que ingeniar para compaginar trabajos y estudios. Trabajando en la Cruzada de Alfabetización de los 80 llegó a alfabetizar a su madre y a otras muchas mujeres,“fue bonito sacarla de promoción, aunque no la pude abrazar, la perdoné, pero no pude abrazarla” nos cuenta.
Es bonito escucharla hablar de los hombres con tanto amor e ironía después de lo sufrido en una sociedad tan machista como la nicaragüense, fue violada por su padrastro y maltratada por su marido, al que justificaba “pensando que eso era normal porque era una niña”, al casarse a los catorce años en un intento de salir de su casa y alejarse de su padrastro, y rápido comienza a criar a sus hijos (a los 17 años ya tenía tres), “yo no creo que fuera Dios quien me los daba, sino él, aunque mi marido no era malo, era otro macho”, nos cuenta. Hoy en día la vida ha dado un giro de 360 grados y es él el que necesita de ella “ahora yo le doy el dinero para que él compre, soy feliz... es maldad, pero él ahora hace lo que yo digo, pues yo pongo el dinero... yo decido”.
Actualmente sigue luchando por el empoderamiento de las mujeres y por los más necesitados sin callarse nada, pues ya vivió reprimida muchos años y su estrategia para ello es estar siempre cerca de los hombres “porque los manejo mejor desde cerca”.
Todo lo que ha conseguido esta valiente mujer se lo ha ganado con creces y por ello seguirá dando guerra durante mucho tiempo sin dejar de sonrreir, “porque es mejor que tener tristeza”.