lunes, 6 de diciembre de 2010

Fin de Semana y ecuador del viaje.

La mañana del viernes 3 de diciembre nos dirigimos a la ciudad de Masaya, capital del folklore y ciudad más festiva de Nicaragua; sus fiestas patronales llegan a durar tres meses.

Después de visitar el Museo Héroes y Mártires, dedicado a los caídos en la revolución sandinista, donde pudimos observar atuendos de guerra e incluso cartas escritas a familiares antes de partir a la batalla, nos dirigimos a visitar la escuela-taller de Masaya. Estas escuelas nacen como esfuerzo conjunto entre varios municipios y la cooperación española, con el fin de rescatar el patrimonio cultural de las diferentes municipalidades. En estas escuelas los jóvenes se forman en ebanistería, electricidad, albañilería o forja artística posteriormente pueden vender sus trabajos en ferias artesanas de la ciudad, devolviendo a la escuela una pequeña parte de sus producciones.

Acto seguido fuimos a ver a doña María del Carmen Herrera, vicealcaldesa de Vara y miembro del consejo de ancianos de Membío, un barrio de Masaya, estos consejos, de poder popular se forman para intentar recatar tradiciones costumbres típicas de la comunidad indígena. Las decisiones acordadas se trasladan al alcalde del municipio aunque parece ser que no son del todo tenidos en cuenta pues lleva años sin reunirse personalmente con ellos.


El sábado la diana toca a las seis de la mañana, tras el desayuno continuamos hacia la Federación Agropecuaria de Cooperativas de Mujeres Productoras del Campo de Nicaragua (Femuprocan, R.L.). Su presidenta, Martha Heriberta Valle, nos platica un poquito sobre el sentido de esta iniciativa, que no es otro que el de organizar y capacitar a las mujeres para que produzcan, con el objetivo de fortalecer la visión empresarial de todas las asociadas, productoras de, unas tierras que se creían muertas y que animaban a sus pobladores a emigrar a otros lugares. Posteriormente visitamos algunas parcelas de estas productoras de hortalizas, capaces de hacer producir a la tierra con ayuda de sus manos, a favor del desarrollo natural y en pro del económico. Se sienten un pueblo totalmente desarrollado en cuanto a lo que el desarrollo ambiental se refiere.
Antes de regresar al centro nos pasamos por Ciudad Darío, donde pudimos ver (desde la barrera) su casa, convertida en un museo turístico.

El domingo, para celebrar el ecuador de nuestra estancia en Nicaragua, pudimos pasar un día de "bateo libre" bañándonos en las aguas del pacífico.

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