Bajo el cielo azul de Nicaragua,
en el mar dulce del Cocibolca
hay una isla con dos volcanes
un paraíso verde de paz
donde el que llega
siempre regresa
en el mar dulce del Cocibolca
hay una isla con dos volcanes
un paraíso verde de paz
donde el que llega
siempre regresa
Ometepe es un lugar mágico, ubicado dentro del gran lago de Nicaragua, o mar dulce como lo llamó Colón. La isla cuenta con dos volcanes(Concepción y Maderas) que se pueden observar recién entras en Nicaragua desde Costa Rica.
En Ometepe convivimos durante tres días con una familia de la comunidad indígena de Urbaite, una comunidad verdaderamente alegre, nos lo demostraron desde nuestra llegada, para la bienvenida nos tenían preparada una gran fiesta. Después de bailar, junto a Lola y ayudadas por la famosa Massiel, ataviadas con el traje tradicional de la zona, un baile típico del lugar (el cual no tuvimos que bailar muy bien, pues nos felicitaron por el precioso baile español) llega el momento de conocer a mi "mamá", Teresa.
Desde la primera noche empecé a tomar contacto con la población. Chico, el papá de Borja vino a recogerme y los tres fuimos visitando a algunos amigos. Sentados en casa de Ramón (padre de Lola) nos cuenta la historia de Chico Largo, una historia que ha pasado de generación en generación y que es parte de la cultura de este grupo indígena de Urbaite.
Al día siguiente me dirijo con el resto de compañeros a la finca de la Magdalena desde la que iniciaremos la subida al volcán Maderas. Mis "padres" y demás vecinos del lugar nos avisan de que el reto es duro, que la subida es bastante escarpada y que tenemos que caminar durante unas cuatro horas, pero nada parece asustarnos. Iniciamos el camino y pronto empezamos a acordarnos de aquellas palabras, la subida es horrible,algunos compañeros se quedaron en el camino. En muchos momentos me arrepentí de haberla iniciado pero tenía que continuar. Llegamos a un mirador después de unos dos kilómetros recorridos, ecuador del camino, donde nos comentan que ahora la cosa se complica, que el camino escarpado empieza a ser un barrizal y debemos andar con cuidado. Sobre el kilómetro cuatro empecé a maldecir a aquel volcán infernal, las piernas cada vez me respondían menos y el barro me llegaba a la cintura. Después de tres horas y media por fin conseguimos llegar al cráter, cubierto por una inmensa laguna. Allí paramos a comer (mamá Teresa me ha preparado unos ricos filetes con patatas asadas y, como no, gallopinto), poco a poco se me van calmando los humos pero no consigo disfrutar del paisaje, no se me va de la cabeza que en un ratito tenemos que deshacer el camino andado. La bajada fue menos dura físicamente pero debíamos tener cuidado de no morir en el intento, pues el riesgo de resbalar era grande. Por fin conseguimos bajar, Rigo nos espera para llevarnos a Urbaite, al llegar a casa mi "mamá" me quiere hacer un masaje en las piernas para que me descansen, pero opto mejor por tomarme un ibuprofeno.
En la noche pude platicar un poquito con Judith, mi hermana mayor. Ella es maestra y me cuenta algunos aspectos basados en su experiencia.
A la mañana siguiente, después de desayunar, Paola, otra de mis hermanas, me acompaña a conocer la comunidad, por el camino vamos visitando a más compañeros. Entramos en una impresionante casa, no me imaginaba una casa así en aquel lugar. Era la casa de la tía de David y Nidia, una mujer que se ganaba la vida como abogada y que suscitaba cierta envidia en la comunidad. Su casa, además de tener de todo, contaba con un hermoso museo de petroglifos, unas rocas de la zona, de arte rupestre y esculpidas hace alrededor de 300 años después de Cristo con las que los indígenas expresaban sus ideas y sus creencias; por medio de ellos se observa que sus ancestros Chorotegas y Niquiranos ya tenían un elevado grado de organización y avance cultural. Muchos aficionados y estudiosos los han interpretados como símbolos religiosos según sus formas: los de forma geométrica, lo relacionan con los astros, los Antropomorfos y zoomorfos, con los dioses, los círculos y espirales, con la eternidad y el paso del ser humano a esa otra dimensión. Después de visitar aquel museo vamos a casa de Ico, que nos ofrece un rico coco recién cogido.
Nuestra visita a Urbaite termina en la casa del alcalde, donde todos nos reunimos para hacer la evaluación y despedirnos de las familias. de nuevo he podido darme cuenta de la humildad y cercanía que caracteriza al pueblo nicaragüense. Antes de irnos todos nos hacemos una promesa ante un árbol, esperemos que podamos cumplirla.
En Ometepe convivimos durante tres días con una familia de la comunidad indígena de Urbaite, una comunidad verdaderamente alegre, nos lo demostraron desde nuestra llegada, para la bienvenida nos tenían preparada una gran fiesta. Después de bailar, junto a Lola y ayudadas por la famosa Massiel, ataviadas con el traje tradicional de la zona, un baile típico del lugar (el cual no tuvimos que bailar muy bien, pues nos felicitaron por el precioso baile español) llega el momento de conocer a mi "mamá", Teresa.
Desde la primera noche empecé a tomar contacto con la población. Chico, el papá de Borja vino a recogerme y los tres fuimos visitando a algunos amigos. Sentados en casa de Ramón (padre de Lola) nos cuenta la historia de Chico Largo, una historia que ha pasado de generación en generación y que es parte de la cultura de este grupo indígena de Urbaite.
Al día siguiente me dirijo con el resto de compañeros a la finca de la Magdalena desde la que iniciaremos la subida al volcán Maderas. Mis "padres" y demás vecinos del lugar nos avisan de que el reto es duro, que la subida es bastante escarpada y que tenemos que caminar durante unas cuatro horas, pero nada parece asustarnos. Iniciamos el camino y pronto empezamos a acordarnos de aquellas palabras, la subida es horrible,algunos compañeros se quedaron en el camino. En muchos momentos me arrepentí de haberla iniciado pero tenía que continuar. Llegamos a un mirador después de unos dos kilómetros recorridos, ecuador del camino, donde nos comentan que ahora la cosa se complica, que el camino escarpado empieza a ser un barrizal y debemos andar con cuidado. Sobre el kilómetro cuatro empecé a maldecir a aquel volcán infernal, las piernas cada vez me respondían menos y el barro me llegaba a la cintura. Después de tres horas y media por fin conseguimos llegar al cráter, cubierto por una inmensa laguna. Allí paramos a comer (mamá Teresa me ha preparado unos ricos filetes con patatas asadas y, como no, gallopinto), poco a poco se me van calmando los humos pero no consigo disfrutar del paisaje, no se me va de la cabeza que en un ratito tenemos que deshacer el camino andado. La bajada fue menos dura físicamente pero debíamos tener cuidado de no morir en el intento, pues el riesgo de resbalar era grande. Por fin conseguimos bajar, Rigo nos espera para llevarnos a Urbaite, al llegar a casa mi "mamá" me quiere hacer un masaje en las piernas para que me descansen, pero opto mejor por tomarme un ibuprofeno.
En la noche pude platicar un poquito con Judith, mi hermana mayor. Ella es maestra y me cuenta algunos aspectos basados en su experiencia.
A la mañana siguiente, después de desayunar, Paola, otra de mis hermanas, me acompaña a conocer la comunidad, por el camino vamos visitando a más compañeros. Entramos en una impresionante casa, no me imaginaba una casa así en aquel lugar. Era la casa de la tía de David y Nidia, una mujer que se ganaba la vida como abogada y que suscitaba cierta envidia en la comunidad. Su casa, además de tener de todo, contaba con un hermoso museo de petroglifos, unas rocas de la zona, de arte rupestre y esculpidas hace alrededor de 300 años después de Cristo con las que los indígenas expresaban sus ideas y sus creencias; por medio de ellos se observa que sus ancestros Chorotegas y Niquiranos ya tenían un elevado grado de organización y avance cultural. Muchos aficionados y estudiosos los han interpretados como símbolos religiosos según sus formas: los de forma geométrica, lo relacionan con los astros, los Antropomorfos y zoomorfos, con los dioses, los círculos y espirales, con la eternidad y el paso del ser humano a esa otra dimensión. Después de visitar aquel museo vamos a casa de Ico, que nos ofrece un rico coco recién cogido.
Nuestra visita a Urbaite termina en la casa del alcalde, donde todos nos reunimos para hacer la evaluación y despedirnos de las familias. de nuevo he podido darme cuenta de la humildad y cercanía que caracteriza al pueblo nicaragüense. Antes de irnos todos nos hacemos una promesa ante un árbol, esperemos que podamos cumplirla.
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